martes, 12 de diciembre de 2006

Franco y Pinochet, dos dictadores sanguinarios

Algunas de las frases que se han podido oir y leer en el Estado español sobre César Augusto Pinochet con motivo de su muerte, parecen indicar algunos intentos de falsificar y tergiversar el verdadero carácter del pinochetismo, igual que se pretende falsificar el franquismo.

En estos tiempos de pensamiento débil, el revisionismo sobre lo que significó Pinochet en Chile, al igual que el revisionismo sobre lo que significó Franco en España, pueden calar con cierta facilidad en la población.

Para esos sectores, se trata de desprestigiar el periodo de Allende, igual que en España se trata de desprestigiar el periodo de la II República, para justificar y legitimar así la actuación de Pinochet y la de Franco. En esta dinámica, tanto uno como otro, simplemente habrían abortado intentos de golpes de Estado revolucionarios en Chile y en España, para instaurar un periodo de paz y orden en ambos países.
Siguiendo la misma línea argumental, Pinochet y Franco habrían preparado sus respectivos países para un posterior desarrollo de un sistema económico capitalista moderno y de un sistema político democrático.
Es decir, ambos habrían puesto las bases de dos Estados modernos en Chile y España, lo que daría a sus etapas el carácter de una fase transitoria y necesaria para que los dos países pudieran entrar en la modernidad política y económica.

Pero las cosas no fueron así. Se trató de dos dictaduras sanguinarias, que pretendieron mantener a Chile y a España en el oscurantismo de la opresión y la represión, pretendiendo cerrar totalmente las puertas a cualquier alternativa a la modernidad en ambos países. Fueron dos regímenes oscuros, dictatoriales, con apoyos exteriores, que sirvieron para que unos cuantos acumulasen capitales inmensos a costa de la explotación de la mayoría de los chilenos y de los españoles. Económica, social, cultural y políticamente, el pinochetismo y el franquismo fueron periodos reaccionarios, sostenidos por la fuerza de las armas, y mediante la represión sangrienta.

Ahora que se habla de memoria histórica, sería conveniente no olvidar estos hechos, que son muy claros, pero que algunos parecen empeñados ahora en tergiversar. La memoria debe servir para algo más que para para hacer una ley que, en el caso de España, segun como se plantea, sirve para avalar y dar validez jurídica a la barbarie de los tribunales franquistas