¿Quedaba otra salida?, con el grado de organización actual de los trabajadores, y la disposición de los sindicatos, parece difícil. El resultado es retrasar por un tiempo la amenaza de cierre de la planta de Viladecavalls, y esperar que los mercados y los cálculos del capitalismo inversor, hagan viable su interés en que permanezca activa.
La dirección y los cuatro sindicatos de Sony, (CCOO, UGT, USOC, CGT) alcanzaron casi al limite del tiempo establecido por la ley para negociar, ¿que curioso verdad, que casi siempre sea así?, un acuerdo que comporta la retirada del expediente para despedir a 275 empleados, prevé dos años de congelación salarial, unas 180 bajas voluntarias y una garantía de mantenimiento de un mínimo de 1.000 puestos de trabajo con una producción anual de 1,5 millones de TV, si no hay cambios bruscos en el mercado europeo. Esos 1.000 empleos representan el 45% de la plantilla media del 2008 (2.200 empleados) y el 55% de los 1.800 fijos.
¿Mejor trabajar por menos, que quedarse en casa?
Esa es una pregunta a la que parece los trabajadores de Sony han dado respuesta, pero que está presente en infinidad de expedientes que se están presentando en Catalunya y el resto de España. Una situación de franca retirada que quiebra las esperanzas del mundo del trabajo, para avanzar hacia el bienestar, y enlaza con el abandono que los sindicatos denominados “más representativos” iniciaron en el llamado Pacto de la Moncloa del año 1977, desmovilizando la que por aquel entonces, aún se podía calificar como clase obrera.
Entre los recortes económicos, aumento de jornada, plantilla mínima de producción, y las bajas incentivadas, (la empresa abre un periodo de 6 meses) a la dirección de Sony le salen los números por el momento; lo de preparar un plan industrial para continuar impulsando los proyectos actuales de innovación y las mejoras tecnológicas para asegurar la competitividad industrial de la planta, nuevas inversiones de futuro, y la creación de comisiones de trabajo para tratar temas de movilidad y eficiencia industrial, no engañan a nadie, será en función del interés y la necesidad de la dirección de la multinacional.
Solo admitir la realidad permitirá combatirla
Que 275 trabajadores no se queden en la calle es importante, pero reconocer con realismo la situación también; recular en sus derechos, ha sido un gran esfuerzo de los trabajadores de Sony, pero también es un precedente.
Las crisis de las empresas, y cuando son artificiales más, hay que tratarlas sin que estén en juego derechos adquiridos muy trabajosamente, con años de lucha, sacrificios, cárcel para miles y muertes en muchos casos. No es una broma.
Si al capitalismo no se enfrentan los trabajadores organizados, en sindicatos que defiendan sus intereses, las cesiones iniciales irán en aumento. Los sindicatos han de trabajar su organización, ensancharla, pero difícilmente se logrará con el planteamiento táctico que están llevando, engordar a la sombra del dinero.
Sindicatos representativos, de verdad, pueden incidir sobre la ordenación laboral, haciéndola más sensible; también legislar medidas que afronten la impunidad con la que las multinacionales deciden sobre el destino de miles de trabajadores, cerrando factorías y llevándoselas a paises donde aún son menores las resistencias y las demandas del mundo del trabajo.
Por cierto que no resultaría adecuado, que ahora se solicitaran subvenciones a la Generalitat o al Estado, para la factoría, aunque estas pudieran contar con el beneplácito de sindicatos y trabajadores. Seria deseable una cierta rigurosidad, y un seguimiento serio por parte de las administraciones competentes.
La dirección y los cuatro sindicatos de Sony, (CCOO, UGT, USOC, CGT) alcanzaron casi al limite del tiempo establecido por la ley para negociar, ¿que curioso verdad, que casi siempre sea así?, un acuerdo que comporta la retirada del expediente para despedir a 275 empleados, prevé dos años de congelación salarial, unas 180 bajas voluntarias y una garantía de mantenimiento de un mínimo de 1.000 puestos de trabajo con una producción anual de 1,5 millones de TV, si no hay cambios bruscos en el mercado europeo. Esos 1.000 empleos representan el 45% de la plantilla media del 2008 (2.200 empleados) y el 55% de los 1.800 fijos.
¿Mejor trabajar por menos, que quedarse en casa?
Esa es una pregunta a la que parece los trabajadores de Sony han dado respuesta, pero que está presente en infinidad de expedientes que se están presentando en Catalunya y el resto de España. Una situación de franca retirada que quiebra las esperanzas del mundo del trabajo, para avanzar hacia el bienestar, y enlaza con el abandono que los sindicatos denominados “más representativos” iniciaron en el llamado Pacto de la Moncloa del año 1977, desmovilizando la que por aquel entonces, aún se podía calificar como clase obrera.
Entre los recortes económicos, aumento de jornada, plantilla mínima de producción, y las bajas incentivadas, (la empresa abre un periodo de 6 meses) a la dirección de Sony le salen los números por el momento; lo de preparar un plan industrial para continuar impulsando los proyectos actuales de innovación y las mejoras tecnológicas para asegurar la competitividad industrial de la planta, nuevas inversiones de futuro, y la creación de comisiones de trabajo para tratar temas de movilidad y eficiencia industrial, no engañan a nadie, será en función del interés y la necesidad de la dirección de la multinacional.
Solo admitir la realidad permitirá combatirla
Que 275 trabajadores no se queden en la calle es importante, pero reconocer con realismo la situación también; recular en sus derechos, ha sido un gran esfuerzo de los trabajadores de Sony, pero también es un precedente.
Las crisis de las empresas, y cuando son artificiales más, hay que tratarlas sin que estén en juego derechos adquiridos muy trabajosamente, con años de lucha, sacrificios, cárcel para miles y muertes en muchos casos. No es una broma.
Si al capitalismo no se enfrentan los trabajadores organizados, en sindicatos que defiendan sus intereses, las cesiones iniciales irán en aumento. Los sindicatos han de trabajar su organización, ensancharla, pero difícilmente se logrará con el planteamiento táctico que están llevando, engordar a la sombra del dinero.
Sindicatos representativos, de verdad, pueden incidir sobre la ordenación laboral, haciéndola más sensible; también legislar medidas que afronten la impunidad con la que las multinacionales deciden sobre el destino de miles de trabajadores, cerrando factorías y llevándoselas a paises donde aún son menores las resistencias y las demandas del mundo del trabajo.
Por cierto que no resultaría adecuado, que ahora se solicitaran subvenciones a la Generalitat o al Estado, para la factoría, aunque estas pudieran contar con el beneplácito de sindicatos y trabajadores. Seria deseable una cierta rigurosidad, y un seguimiento serio por parte de las administraciones competentes.